viernes, 29 de enero de 2010

"... NO HAY HIJO MALO"

Siempre con el aliento a licor
siempre con el trago en la mano,
siempre con el mal humor, de un hombre destrozado.

Nunca acompañado de buenos amigos
nunca una palabra sobria y amorosa
nuca una aceptación de consejos sanos.

Todo el tiempo concentrado en el alcohol
todo el tiempo preocupado en tener su botella en la mano,
todo el tiempo asustando a sus hermanos menores.

Yo jamás me resignaba a tener un hijo muerto, aunque estuviese vivo;
cada vez que lo veía borracho me entristecía y lloraba,
lo abrazaba y compadecía y por él a Dios oraba.

Yo intenté todo por cambiarlo, pero ni mis súplicas ni lagrimas,
ni mis canas ni arrugas prematuras pudieron lograrlo.

Pero ya mis días de sufrimiento y angustia por fin acabaron,
mi tristeza y tortura por verlo arruinado al fin terminaron.

Él cada vez que viene a verme me cuenta que ya no toma
y se pone triste porque piensa que ya no lo escucho
y que ya no me importa.

Pero yo si lo escucho y si me importa ¡y me importa mucho!
lo que pasa que desde aquí no puedo explicárselo.
Tampoco puedo hablarle ni acariciarlo.

Hoy mi hijo cumple dos años que no toma
y estoy muy contento, pues, ¡por fin ha cambiado!
y sé que seguirá así, por lo menos hasta hoy lo ha logrado.

En la mañana vino a verme
y saben qué?

"Tenía un ramo de hermosas flores y no una botella en la mano"

Quizás debe ser porque justo hoy; se cumplen dos años,
dos años ... que este mundo he dejado.

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